De sencillo, nada.
Desde que comencé a ser consciente de mi situación, allá por la niñez, siempre he estado pensando en cómo conseguir avanzar. Al principio más por un sentido e instinto de pura supervivencia – que sigo manteniendo muy activo y entrenado -, después para no volver atrás, luego para conseguir hacer cosas que me apasionaran. Hoy, como parte del ADN que se ha convertido en parte de mí.
Hoy en día, con la madurez que dan los años y la experiencia, cuando me levanto por las mañanas no pienso en “qué tengo que hacer” sino en “cuántas cosas de las que quiero hacer voy a poder hacer hoy“. Tengo sobre la mesa muchas ideas que me apasionan, y tengo el tiempo tan limitado como todo el mundo, así que invertir mi tiempo en algo es un lujo que destino con gran precisión. Me gusta hacer cosas. Disfruto haciendo cosas. Vivo porque hago cosas. Y por tanto, dedicarle tiempo a esas cosas me hace feliz, no me agobia.
Hacer tantas cosas con una región crítica sobre un recurso tan limitado como es el tiempo, obliga a hacer una buena planificación. Cuáles son las tareas que voy a poner meter de esta cosa en esta unidad de tiempo que voy a dedicarle. Meter las justas que puedes realizar es una ventaja, porque te ayuda a ser realista y, si aciertas, puedes crear planificaciones y tomar decisiones mucho más eficientes en la gestión de tu vida mañana. Saber qué es realista ejecutar de una cosa en una unidad de tiempo es clave para mantener un buen ritmo de entrega de “cosas“. Como si fuera un sprint en una metodología “agile”.
Y yo me daría una nota muy positiva en esta faceta. Un buen notable alto.
Por eso, cuando digo que algo lo voy a hacer en un plazo, es porque estoy convencido con un 80% de seguridad de que voy a terminar en plazo los objetivos de dicha tarea. Y me congratulo y felicito de ser cumplidor cuando lo consigo. Me siento bien por haber sido “reliable” en mi planificación. Eso me permite hacer “commit” y pasar a la siguiente transacción.
Claro, no hay magia. Cuando asigno un tiempo a una tarea en mi vida, lo hago en base a experiencia de haber muchas cosas antes. A tener un algoritmo de “Machine Learning” bien entrenado con un buen dataset de experiencia. Y uno de los insights que tengo generados es que las cosas nunca son sencillas, nunca son fáciles, nunca es una cuestión de suerte.
Así que, cuando alguien me cuenta que “algo es muy fácil” o que “algo es muy sencillo“, o que “alguien ha tenido mucha suerte” en sus proyectos, entonces me saltan todos los “warnings” sobre esa fuente de información. Y es que cuanto más conozco a más gente que hace cosas, cuanto más escucho a gente que admiro por los proyectos, trabajos, obras o cosas que ha hecho en la vida, más sé que las cosas no son sencillas para nadie nunca.
Por supuesto, en términos micro una tarea puede salir de cara o de cruz, pero en en términos macro, la suma de la complejidad a lo largo del tiempo promediada por el número de tareas que una persona ha de ejecutar para conseguir que se cumpla una cosa, da como resultado que “De sencillo, nada”. Así que, si piensas que para alguien como yo, o como cualquier otro, ayer, hoy o mañana, las cosas han sido, son o serán sencillas, la respuesta es que “naranjas de la china“.
Es cierto que a una persona, como un director de cine, por ejemplo, después de pelear 40 años y de hacer un buen número de películas, la fase de abrir la puerta al inicio es un poco más sencilla, sí, pero os aseguro que el resto de tareas van a tener que significar remar y complicaciones. Y lo mismo para un escritor que ha triunfado mucho, donde el trabajo en su siguiente novela va a ser competir con la dura y difícil presencia de su éxito pasado, y deberá luchar con la dificultad de sobreponerse a la comparación consigo mismo. Y no será sencillo.
Claro que la experiencia, el currículo, y la cosa que quieras hacer, puede mediatizar mucho en la complejidad de las tareas. Que yo tenga que escribir un post es una tarea de más o menos complejidad, pero lo he hecho muchas veces, y más o menos sé cuál es el nivel de complejidad que tiene. O dar una charla en una conferencia. Lo he hecho muchas veces, lo disfruto, y no es un complejo para mí subirme a las tablas. Pero si siempre haces lo mismo, entonces nunca harás las cosas que quieres hacer. Hacer algo que quieras hacer, algo que sea avanzar, un reto, un objetivo, va a exigir siempre superar obstáculos, aceptar el fracaso, sobreponerse a la frustración, y ser capaz de volver a intentarlo de otra manera. No va a ser sencillo, seguro.
Por supuesto, no creo que todo se pueda conseguir. Yo hago cosas que creo que puedo conseguir, que creo que puedo hacer. Sueño, pero con los ojos abiertos, que no me creo que el mundo se vaya a conjurar para que yo consiga las cosas. Y cuando me pongo los objetivos, os prometo que parto de la base de que todas las tareas que hay que hacer van a ser complejas. Seguro. Lo que puede cambiar es mi actitud, por supuesto, ya que creo firmemente, y actúo con convicción en poner una solución a cada problema, y no un problema a cada solución. Pero soy un firme convencido de que, de sencillo, nada.
Así que, si alguien te dice que algo es sencillo, o que para mí algo ha sido sencillo, tienes mi autorización para no hacerle el menor de los casos, sonreír sin decir nada, y seguir tu vida haciendo cosas sin perder un segundo con los consejos que te dé esa persona, porque no te van a hacer ningún bien.
¡Saludos Malignos!
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)
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