Matt Calkins, CEO y fundador de Appian: “La estrategia de Appian pasa tener un impacto social más que económico”
Cuando alguien imagina al máximo directivo de una empresa tecnológica seguramente, y no le faltará razón, se encontrará con alguien más o menos distante, con un ego desmesurado y fundamentalmente, por hacer crecer a la compañía que dirige cueste lo que cueste. Matt Calkins, CEO y fundador de Appian se sale de esa norma no escrita. Y eso que motivos para ajustarse a la imagen del directivo TIC habitual no le faltan. Veamos:
La compañía que dirige es la número uno del mundo en automatización de flujos de trabajo empresariales con integración. Su plataforma es especialmente fuerte en orquestación, automatización y optimización de procesos complejos dentro de las empresas. A todo ello, lidera la gestión de procesos empresariales gracias a la facilidad de uso o la capacidad de integración con otras herramientas. Todo ello, sin contar con lo que hasta hace no muchos años era una de sus principales fuentes de negocio: el low-code, un mercado en el que, por supuesto también es una de las empresas líderes.
Además de toda esa amalgama de soluciones Appian cuenta con una historia que también muestra las virtudes de nuestro protagonista. Fundada en 1999, Matt Calkins, Michael Beckley, Marc Wilson y Bob Kramer se reunieron en el sótano de Calkins sin un plan de negocio definido ni financiación externa. Su objetivo era el de crear una empresa que tuviera un impacto positivo en otras organizaciones para que pudieran desarrollar software de manera más rápida y sencilla. Tras años de trabajo y aprendizaje, lograron consolidar su propuesta de valor basada en el low-code: una plataforma que permite desarrollar aplicaciones empresariales con mínima programación. Con ello democratizaron el acceso al desarrollo de software. Durante los primeros años, los fundadores fueron financiando con su propio dinero la compañía. De hecho, su primera ronda de capital externo no llegó hasta 2008. A día de hoy, los cuatro fundadores siguen relacionados con la empresa.
En estos momentos, Calkins, ahora ya millonario, podría vender la empresa por miles de millones de dólares. A buen seguro, compradores no le faltarían. También podría especular, multiplicar el valor de la acción o asegurarse el crecimiento a toda costa de la empresa. Nada de eso entra en la mentalidad del máximo responsable de Appian, porque como aseguró durante una entrevista concedida a Byte TI y a Beatriz Aznar de Disruptores de El Español (algunas de las respuestas que verán en esta entrevista fueron a preguntas suyas), en el contexto del Appian World celebrado el mes pasado, “una de las cosas más importantes en la estrategia de Appian es que la compañía debe tener un impacto social más que económico. Creo que la tecnología de Appian empodera. Hace que las personas de todo el mundo sean más fuertes y que estén más capacitadas cuando hacen su trabajo. Así que sí, estoy muy orgulloso del impacto social que tiene Appian porque nuestra tecnología está diseñada para fortalecer a las personas. Por ejemplo, el énfasis que ponemos en la facilidad de uso es un reflejo de nuestra prioridad de que nuestra tecnología empodere a las personas. El objetivo que perseguimos es que la mayor cantidad de personas hagan más con la tecnología de lo que ellas mismas creían que podían hacer. Así fue como nacimos: en lugar de crear un lenguaje de programación, decidimos desarrollar un entorno intuitivo en el que todo el mundo puede ser fuerte”.
Y en este contexto, emerge rápidamente la Inteligencia Artificial. Calkins lleva su generosa filosofía a los entornos de Inteligencia Artificial. Su defensa activa de la protección de los datos es constante, por ejemplo. Pero estamos en un momento en el que muchas personas se sienten amenazadas por la IA. Más concretamente tienen temor a perder su puesto de trabajo. Y es que muchas empresas están utilizando la IA porque piensan que si adoptan esa tecnología, podrán eliminar algunos puestos de trabajo. Así que ¿cuál es el impacto social de la IA en una empresa o incluso en una sociedad?
Calkins afirma que “la IA es una tecnología disruptiva y, al igual que muchas tecnologías disruptivas, cambiará los puestos de trabajo. No me gusta decir «eliminará», porque simplemente los transformará. La historia de la economía está llena de tecnologías que han cambiado los puestos de trabajo. Sin embargo, no miramos atrás y nos preocupamos por los puestos que eliminaron las tecnologías del pasado, porque siempre hemos creado otros mejores que los han sustituido. Creo que ahora está ocurriendo lo mismo. Estamos trasladando a las personas a puestos más importantes y con mayor influencia, y les permitimos utilizar más rasgos humanos. Creo que eso es importante. Cuando se habla de tecnología hay que comprender que es disruptiva a corto plazo, pero a largo plazo siempre ofrece a las personas mejores trabajos”.
Y la IA en la pyme
A menudo se identifica el uso de la IA en las grandes empresas. Las pymes parecen que están olvidadas en la incorporación de la Inteligencia Artificial sobre todo por su falta de recursos. Calkins cree que puede ser una gran oportunidad para ellas: “Creo que la IA puede ser de gran ayuda porque vamos a hacer que sea fácil de usar. Entiendo que ahora mismo pueda parecer intimidante. La IA puede plantear algunos riesgos, pero estamos haciendo todo lo posible para eliminarlos y facilitar su uso. ¿Te has fijado en que nuestro nuevo producto te permite crear un agente en 30 minutos, por ejemplo, o que puedes utilizar uno de los que ya hemos creado? Estamos facilitando el inicio en el uso de la IA y, además, le proporcionamos barreras de seguridad. La IA no hará cosas indeseadas. Solo elegirá entre un conjunto de opciones que tú le hayas dado. Nuestra misión no es solo proporcionar una buena tecnología, sino facilitar su uso. Facilitar su uso nos permite trabajar con empresas medianas, y esperamos hacerlo mucho con la IA”.

Calkins no sólo es consciente de la disrupción que supone la IA y de las ventajas que puede proporcionar. También es un férreo defensor de la protección de los datos con los que se alimenta la IA. De hecho, es de los pocos directivos norteamericanos que valora de forma positiva la Ley de IA europea. Los desarrollos que hace Appian en torno a la Inteligencia se orientan todos en que los datos permanezcan en las propias empresas. Y, al igual que el directivo hace hincapié en el propósito social de la empresa, se muestra orgulloso de la política de privacidad que incorpora a sus desarrollos de inteligencia artificial. De hecho, tiene como política no obtener grandes cantidades de datos de los clientes.
Así, afirma que “somos extremadamente cuidadosos con los datos de los usuarios. Intentamos ser líderes en nuestro sector en materia de privacidad y tenemos un compromiso mayor que nuestros competidores. Esto es especialmente importante ahora que los creadores de modelos de IA utilizan los datos para entrenar a la IA. Cualquier empresa que esté desarrollando un modelo de IA está ávida de datos. Nosotros no lo estamos y no lo hacemos. Tampoco recopilamos datos. No forzamos la incorporación de datos a nuestra base de datos. Nuestra estrategia de datos es todo lo contrario. Dejamos la empresa tal y como está. Nos conectamos a ella con la estructura de datos. Nunca agregamos la información y no entrenamos nuestra IA con ella, porque no fabricamos productos de IA. Por lo tanto, estratégicamente, hemos elegido la posición más desinteresada en cuanto a tomar los datos de nuestros clientes y más interesada en protegerlos. Y eso se nota porque nuestra estrategia de estructura de datos es compatible con una empresa privada descentralizada”. Es en este momento, cuando Calkins explica su apuesta por la IA privada: “La IA privada significa no entrenar a la IA con datos, sino utilizar un modelo de datos sin entrenar y exponer solo los datos necesarios para responder a la pregunta. Cada vez que surge una nueva pregunta, nosotros le proporcionamos nuevos datos. A continuación, se responden ambas cosas juntas y luego lo olvidamos todo. Solo se puede hacer eso si se dispone de una estructura de datos rápida y que abarca todo lo que hay en la empresa, de modo que, cuando surge una pregunta, se pueden encontrar rápidamente los datos y proporcionarlos junto con la pregunta, enviando ambos juntos. Esto requiere el suministro de datos en tiempo real para no tener que entrenar la IA por adelantado. Ese es nuestro enfoque. Es la postura más extremadamente privada de nuestro sector. Apoyamos la IA sin entrenamiento y sin recopilación de datos. Y todos nuestros competidores están interesados en recopilar datos, entrenarlos y reclamar los datos. Por lo tanto, hemos adoptado una postura extrema y divergente con respecto a la privacidad. Y yo personalmente creo en la privacidad”.
«En Appian apoyamos la IA sin entrenamiento y sin recopilación de datos. Y todos nuestros competidores están interesados en recopilar datos, entrenarlos y reclamarlos»
Es esta defensa de la privacidad lo que hace que Calkins valore de forma positiva la Ley de IA de la Unión Europea. El máximo responsable de Appian cree que aunque no es perfecta, es mejor a cualquier otra normativa que exista en la actualidad: “Creo que es responsable conocer las normas, ser claros y contar con reglas que obliguen a las empresas de IA a revelar qué datos recopilan y con qué fin, para que podamos entender de dónde proviene el valor de su modelo. Me gusta la Ley de IA de la UE, aunque no creo que sea perfecta. Pero desde luego, no creo que vaya a suponer un gran problema para la adopción de la IA. Hay algunas normas que obligarán a los usuarios a realizar un pequeño esfuerzo adicional, pero no es tan difícil. Es mejor conocer las normas de antemano, aunque sean un poco difíciles, que no saberlas y tener que hacer conjeturas y revisarlas más adelante, cuando se aprueben otras leyes. Prefiero el enfoque de la UE, y realmente podemos ayudar en este sentido. Por cierto, según la Ley europea, la IA no puede tomar la decisión final sobre ciertas cuestiones importantes. Por ejemplo, si alguien consigue un trabajo, un préstamo o una hipoteca, la IA puede formar parte del proceso, pero no puede tomar la decisión final, es decir, la Ley de IA de la UE ya ha establecido que debe haber varios pasos en un proceso de IA y varios responsables de la toma de decisiones en un proceso de IA. Cuando hablamos de que la IA necesita un proceso, en Europa, eso significa que la IA necesita un proceso por ley. Hay que seguir varios pasos y distribuir el trabajo.
Los juegos de mesa
Además de dirigir la empresa Calkins es un apasionado de los juegos de mesa. Ha creado varios, que han sido premiados y que son muy valorados por los jugadores. Sus juegos suelen tener reglas sencillas y mecánicas accesibles, pero ofrecen una profundidad estratégica significativa. Esto permite que sean fáciles de aprender, pero difíciles de dominar, atrayendo tanto a jugadores ocasionales como a expertos. Pero, ¿cómo llevaría Calkins las pautas que rodean a un agente de IA (Pensar, actuar, aprender) al desarrollo de un juego de mesa?: “Realmente podrías hacerlo. De verdad que podrías. Si yo lo hiciera, probablemente simplificaría la fase de reflexión a simplemente reunir algunas cartas. Entonces tendrías unas cuantas cartas y tendrías que crear un comportamiento rápido a partir de ellas. Tendrías cinco cartas, cada una con instrucciones diferentes, y elegirías dos o tres de ellas, y eso sería… no sé cómo encajaría el aprendizaje en eso, pero tal vez, dependiendo de lo buena que fuera la acción, se te permitiría robar más cartas la próxima vez o algo así. Quizás uno de los objetivos sería aumentar el número de cartas cada vez. Ahora que lo menciono, sería divertido hacer un juego así. Me gustaría”.
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