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Privacidad 4.0: ¿Por qué todas las startups tecnológicas deberían contratar un Delegado de Protección de Datos?

La privacidad y la protección de datos ya no son aspectos secundarios del desarrollo tecnológico, sino una pieza central en el diseño de productos y servicios, la confianza del usuario y la viabilidad legal de cualquier modelo de negocio. En este contexto, el Delegado de Protección de Datos (DPO) se consolida como una figura esencial para las startups tecnológicas, no solo para cumplir con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), sino para navegar con seguridad en un entorno cada vez más exigente en términos de transparencia, seguridad y responsabilidad.

Startups en el ojo del huracán de los datos

Las startups tecnológicas suelen operar en sectores como la inteligencia artificial, fintech, salud digital, edtech o análisis de comportamiento del usuario. Estas áreas comparten una característica común: el tratamiento intensivo de datos personales, a menudo sensibles o sometidos a monitorización continua. A pesar de su tamaño, estas empresas manejan información tan delicada como la de cualquier gran corporación.

El problema, tal y como señalan desde Grupo Atico34 es que, “en sus inicios, muchas de estas compañías anteponen la rapidez a la efectividad en el cumplimiento normativo (…) lanzar una app, captar usuarios o conseguir inversión son prioridades absolutas y por ello se suelen descuidar aspectos como el tratamiento de datos personales, la privacidad por diseño o la seguridad de la información, y ahí es donde entra la figura del DPO”.

¿Qué hace exactamente un DPO?

El Delegado de Protección de Datos es el responsable de supervisar el cumplimiento del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de los Derechos Digitales (LOPDGDD) y demás normativas de privacidad. 

Ricardo Prada, del equipo jurídico de Grupo Atico34 en Madrid, una de las empresas de protección de datos más prestigiosas de España, define para Revista Byte cuáles son las principales funciones de un DPO: “Se podría decir que hay cuatro pilares básicos dentro de las responsabilidades de un DPO, que son asesorar a la empresa en materia de protección de datos, supervisar las evaluaciones de impacto en privacidad, actuar como punto de contacto con las autoridades y los usuarios y promover una cultura organizativa respetuosa con la privacidad”.

A diferencia de un consultor externo o un abogado puntual, el DPO tiene una visión estratégica y transversal de cómo se gestionan los datos dentro de la empresa. Su rol no es bloquear la innovación, sino garantizar que esta se haga con responsabilidad y solidez legal.

IA, ciberseguridad y ciberresiliencia: las nuevas reglas del juego

El auge de la inteligencia artificial ha puesto sobre la mesa dilemas éticos y legales profundos. Algoritmos que toman decisiones automatizadas, herramientas de reconocimiento facial o modelos generativos como los de texto e imagen requieren una supervisión rigurosa en términos de privacidad.

Al mismo tiempo, la ciberseguridad se ha convertido en una prioridad crítica. En 2024, España registró casi 30 millones de euros en sanciones por incumplimiento del RGPD, afectando a grandes empresas, pero también a startups. La filtración de datos, la falta de consentimiento o la exposición de información por errores de diseño están en el centro de muchas de estas sanciones.

Por si fuera poco, nuevas normativas europeas como la Ley DORA o el Reglamento de Ciberresiliencia exigirán a las empresas demostrar que pueden resistir y recuperarse de incidentes tecnológicos, incluyendo los que afecten a la privacidad.

Frente a este panorama, el DPO emerge como el pilar que permite alinear la tecnología con el cumplimiento y la confianza.

¿Están las startups obligadas a tener DPO?

Según el RGPD, una empresa debe designar obligatoriamente un DPO si:

  • Sus actividades implican la monitorización habitual y sistemática de datos personales a gran escala.
  • Tratan categorías especiales de datos (salud, orientación sexual, biometría, etc.) o datos penales.
  • Operan como autoridad u organismo público (aunque en startups es poco habitual).

Muchas startups tecnológicas cumplen al menos uno de estos criterios, aunque no siempre lo saben. Por ejemplo, una app que geolocaliza usuarios y les ofrece recomendaciones personalizadas ya está realizando un tratamiento masivo y sistemático.

Pero incluso cuando no hay obligación legal explícita, contratar un DPO es una ventaja estratégica.

¿Y si no lo contrato?

No tener un DPO cuando es obligatorio puede conllevar sanciones de hasta 10 millones de euros o el 2% del volumen de negocio. Más allá de lo económico, la reputación de una empresa se ve seriamente dañada tras una brecha o una investigación de la autoridad de protección de datos. En un ecosistema donde la confianza es un activo crítico, la negligencia no es una opción.

Y lo cierto es que ya hay numerosas empresas que han sido sancionadas por la AEPD. GlovoApp23, S.L. fue sancionada con 25.000 euros por no designar un Delegado de Protección de Datos, pese a realizar tratamientos masivos y sistemáticos de datos personales. En las mismas fechas, la empresa Conseguridad, S.L., dedicada a servicios de videovigilancia, recibió una multa de 50.000 euros por el mismo motivo, ya que su actividad implicaba el tratamiento intensivo de datos sensibles. Más recientemente, una empresa del sector del juego online fue sancionada con 10.000 euros por no contar con un DPO, a pesar de estar obligada por la naturaleza de su actividad digital y el seguimiento continuo de usuarios.

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Gustavo Genez

Informático de corazón y apasionado por la tecnología. La misión de este blog es llegar a los usuarios y profesionales con información y trucos acerca de la Seguridad Informática.