El gran apagón europeo expone la fragilidad digital
El apagón que paralizó buena parte de la Península Ibérica y el sur de Francia ha tenido un impacto mucho mayor que los cortes de luz sufridos por millones de ciudadanos. La desconexión eléctrica masiva afectó de forma directa a los sistemas tecnológicos de empresas, administraciones públicas y servicios esenciales, evidenciando una amenaza que hasta ahora había permanecido en segundo plano: la dependencia extrema de las infraestructuras digitales respecto al suministro eléctrico.
Centros de datos, servicios sanitarios y entidades financieras vieron cómo sus operaciones se detenían abruptamente, dejando en evidencia la falta de preparación frente a este tipo de contingencias. Para los expertos del sector, el problema no es solo la interrupción, sino lo que viene después: pérdida de datos, brechas de seguridad, fallos en los accesos y una peligrosa ventana para los ciberataques.
«No podemos evitar los apagones, pero sí podemos controlar cómo nos afectan. Invertir en infraestructura tecnológica resiliente es asegurar la continuidad operativa y proteger la integridad de los sistemas en un entorno cada vez más interconectado y vulnerable», señala Víctor Deutsch, experto en ciberseguridad de IMMUNE Technology Institute.
Servicios que se apagan en segundos
En ausencia de sistemas de respaldo energético —como generadores o baterías industriales— los servidores y aplicaciones dejan de funcionar de forma inmediata, afectando incluso a servicios críticos. Desde IMMUNE Technology Institute, centro especializado en formación tecnológica, explican que esta desconexión repentina puede paralizar desde hospitales hasta plataformas bancarias o administraciones digitales.
Estos son los riesgos clave para las infraestructuras tecnológicas tras un apagón
“Sistemas de almacenamiento con baterías internas, escritura en caché protegida y backups en tiempo real en ubicaciones externas son hoy imprescindibles para asegurar la recuperación sin pérdida de información”, apuntan desde el instituto.
Riesgos invisibles: pérdida de datos y ciberataques
Uno de los efectos colaterales más graves de este apagón ha sido la corrupción de datos. Las copias de seguridad que se estaban ejecutando en el momento del corte se vieron interrumpidas, y muchos archivos quedaron incompletos o dañados. Bases de datos y transacciones que no llegaron a finalizar han puesto en riesgo información crítica, especialmente en sectores como el sanitario o el financiero.
Pero el peligro no termina con la restauración del servicio. Todo lo contrario. La fase de reinicio de los sistemas es especialmente delicada. “Este tipo de interrupciones abren una peligrosa ventana de exposición: cuando los sistemas se reinician sin protección activa, se convierten en una puerta de entrada para los ciberdelincuentes”, advierten desde IMMUNE.
Seguridad física: otro punto débil
La caída del suministro también afecta a los dispositivos de seguridad física: cámaras de vigilancia, alarmas y sistemas de control de accesos pueden quedar inoperativos sin una fuente de energía alternativa. Esto abre la puerta a accesos no autorizados, sabotajes o robos de información en instalaciones físicas.
Contar con generadores dedicados exclusivamente a mantener operativa la seguridad perimetral y los sistemas de acceso es, según los expertos, una medida fundamental que muchas organizaciones aún no han implementado.
Fallos en la autenticación y control de accesos
Durante el apagón, y especialmente en el proceso de recuperación, muchos servidores encargados de gestionar permisos y accesos fallaron, generando errores o incluso accesos indebidos. Una restauración mal gestionada puede provocar que usuarios obtengan privilegios que no les corresponden o que se produzcan brechas en la autenticación de identidad.
Desde IMMUNE insisten en que “la supervisión estricta de la restauración de sistemas, combinada con protocolos robustos de recuperación, es vital para evitar vulnerabilidades internas tras un corte masivo como el vivido”.
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