El efecto Trump en el mundo tecnológico
Compra de Groenlandia, anexión de Canadá como estado número 51, control del canal de Panamá, deportaciones masivas a Colombia, exigencia de incremento del gasto militar a países de la OTAN, salida del Acuerdo de París sobre el cambio climático y de la Organización Mundial de la Salud, presiones a los países árabes para bajar el precio del petróleo, desclasificación de expedientes sobre los asesinatos de John F. Kennedy y Martin Luther King y un largo etcétera. No cabe duda de que el Presidente número 47 de Estados Unidos ha empezado su mandato como un tsunami.
Y, junto con los “tecnomillonarios” que le apoyan, encabezados por su íntimo colaborador Elon Musk, ha irrumpido también en el cibermundo, donde sus posiciones definen las prioridades para innovación y desarrollo, así como su regulación y control. Estas decisiones van desde renombrar el Golfo de México a de América (ya ejecutado por Google Maps para los usuarios norteamericanos), hasta priorizar el proyecto de SpaceX para ir a Marte.
Respecto a las redes sociales, el proceso se inició antes de ganar las elecciones de 2024, cuando Trump lanzó su propia red social (Truth) en 2021, tras ser expulsado de Twitter por su respaldo al asalto al Capitolio. Aunque volvió cuando Elon Musk compró Twitter en 2022, para transformarla en X y modificar sus políticas, que pasaron a ser tolerantes con actitudes hasta ese momento no permitidas por incitar al odio o viralizar fakes news.
Por ello X fue acusada de convertirse en un espacio tóxico, lo que animó a algunos usuarios a trasladarse a Bluesky. Pero la Comisión Europea la tiene también en el punto de mira por vulnerar la Ley de Servicios Digitales, al incumplir la divulgación de información obligatoria en su web.
Aunque Mark Zuckerberg se resistió, tras el resultado electoral ha reconsiderado su postura, abrazando el discurso anticensura imperante, y desde enero de 2025 Meta ha eliminado sus sistemas de verificación de datos (“fact-checkers”) para no coartar la libertad de expresión, replicando las políticas de X en Facebook, Instagram y Threads.
El efecto Trump en el mundo tecnológico
Por otra parte, TikTok, bloqueada por Biden por motivos de seguridad nacional bajo la acusación de robar datos de ciudadanos americanos para China, sufrió una caída total en Estados Unidos el mismo día de la investidura de Trump, recuperándose el servicio poco después, al tiempo que el nuevo Presidente anunciaba una moratoria de 75 días para que ByteDance venda el 50% de la red social a Estados Unidos, habiéndose postulado como candidatos Microsoft, el propio Elon Musk e, incluso Trump ha propuesto la creación de un fondo soberano estadounidense para ello.
Asimismo, a Musk se le afea el uso de X para influir en elecciones europeas en favor de la extrema derecha, como la irrupción en la campaña electoral alemana en apoyo del AfD, mediante un video reproducido en un mitin celebrado el pasado 25 de enero, donde abogó por «más autodeterminación para Alemania y para los países de Europa y menos Bruselas»; lo que ha motivado que varios mandatarios de países de la Unión Europea hayan dado la voz de alarma. Lo cierto es que la asistencia de muchos de los lideres mundiales de ultraderecha al acto de investidura de Trump y el saludo de Musk –similar al de los nazis o los romanos, según versiones–, no ayudan a apaciguar estos temores.
En esta línea, Ursula von der Leyen advirtió que deben protegerse nuestras democracias de estas injerencias extranjeras, y en octubre de 2024 se requirió a YouTube, Snapchat y TikTok para que implantasen medidas para reducir riesgos en los procesos electorales; llegándose a incoar un procedimiento contra TikTok por no haberlo hecho en las elecciones rumanas de noviembre de 2024.
El efecto Trump
Trump también ha derogado la orden ejecutiva de Biden sobre IA y criptomonedas, que priorizaba la seguridad y transparencia, para impulsar sistemas «libres de sesgos ideológicos o agendas sociales diseñadas», ya que «impone un control gubernamental oneroso e innecesario” sobre su desarrollo; de forma que se hará una nueva regulación bajo el mando del “tecnomillonario” David Sacks.
Y hay más. Trump ha asegurado que convertirá a Estados Unidos en la capital de las criptomonedas del planeta y el 19 de enero anunció el lanzamiento de su propia criptomoneda (“$TRUMP”), de la que se emitieron 200 millones de tokens y que alcanzó un valor de 25.000 millones de dólares en menos de 24 horas.
Asimismo, Trump ha anunciado el megaproyecto “Stargate”, liderado por OpenAI, Oracle, SoftBank y MGX, en el que se invertirán 500.000 millones de dólares en cuatro años, para que Estados Unidos encabece la IA a nivel mundial. Aunque parece que China no se lo va a poner fácil, ya que acaba de lanzar “Deep Seek R1”, un sistema de IA de bajo coste, que usa menos datos y potencia de procesamiento que sus competidores, que ya ha sido acusada de aprovechar indebidamente el repositorio de OpenAI para su aprendizaje; y, a continuación, el gigante Alibaba anunció que también sacaba al mercado “Qwen2.5-VL”, capaz de tratar documentos y vídeos de larga duración en ordenadores y smartphones.
Por último, aunque la campaña electoral de Trump postulaba por mantener los vehículos de combustión frente a los coches eléctricos, se atisban contradicciones, como el interés en hacerse con Groenlandia, rica en minerales raros necesarios para su fabricación, que están aflorando gracias al cambio climático cuya existencia niega; así como que esta política sería perjudicial para la Tesla de Musk. Veremos.
Autor: Javier López, socio de ECIJA
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