Las enseñanzas de un «Marathon Man & Drone Pilot»
Hoy es imposible que no le dedique la entrada de este blog a una buena persona que ha sido muy importante en mi vida. Ayer José María Álvarez-Pallete tuvo su último día en Telefónica, y hoy tenía que escribir sobre él, porque es lo único que me sale de las tripas delante de mi página en blanco del blog.
El chico de Móstoles, de familia humilde, que decidió que no se iba a quedar llorando las penas en la vida y que iba a pelear por sobrevivir, se encontró con este Marathon Man & Drone Pilot en diciembre de 2010, en una convención de directivos de Telefónica en Brasil. Yo daba una charla de las mías de ciberseguridad, y por la noche en la cena – donde me puse la camiseta de «No, no voy a arreglar tu ordenador» – él, que era el Presidente de Telefónica Internacional S.A. – vino a decirme lo mucho que le había gustado mi charla. Y fin de nuestro primer encuentro.
En Navidades de 2011, siendo él nombrado Presidente de Europa, me mando llamar para hablar conmigo. Yo me negué a quedar con él hasta que no me dijera para qué era. Sólo para hablar de tecnología. Quería acelerar Wayra y se acordó de que había un chaval de Móstoles que sabía «algo» de tecnología. Me quería invitar a conocer Wayra para que le diera mi opinión. «¿Sabes lo que es Wayra?. No. Es una aceleradora de startups, ¿sabes lo que es una aceleradora de startups? No, no sé ni lo que es una startup. ¿No?, pero si tu tienes una, Informática 64. No, esa no es una startup, es una empresa de la que vivimos varias familias«. Y allí comenzó todo.
Fui en Enero de 2012 a ver Wayra, con amigos, y al terminar la visita, después de haber entrevistado a todos los emprendedores, me preguntó: «¿Que te parece? Bien. ¿Sólo bien?… ¿Quieres la verdad? Sí, Chema, dime qué opinas. Pues que hay mucho Steve Jobs y poco Steve Wozniak. OK, Chema, quiero que llenemos Telefónica de Wozniaks. Que esta empresa tenga la mejor tecnología posible». Y me dejó flipado. Tanto, que me lo tomé en serio y le mandé un PDF con un programa que llamé «Talentum«.
Así comenzó mi andadura con Telefónica, de la que me fui enamorando gracias a este hombre bueno que escucha, que aprende, y que cuando te regaña lo hace muy bajito. Tan bajito que asusta más. Me dijo que le gustaba la idea, que hiciera Talentum, y que llenara esta compañía de developers, de hackers, de ingenieros, pero sobre todo de buena gente. Me enseño los valores de esta casa. Me enseño valores de vida. Me enseñó a que sí que importa cómo hagamos las cosas. A que cuando miremos hacia atrás veamos un camino recto. Que lo gris oscuro no está bien.
Le nombraron COO y quiso acelerar Telefónica Digital, así que a varios empleados nos pidió diferentes tareas, y una de ella era montar la mejor empresa de Ciberseguridad, y ahí nació ElevenPaths. Nunca dejaba de dar zancadas. Así que en medio de la disrupción tecnológica, quiso que Telefónica hiciera la transformación digital al mundo del Cloud y del Big Data, para aplicar Machine Learning a la operación de la empresa. Creamos Kernel, innovamos, nos arriesgáramos con cosas nuevas, con el Web3, con el mundo de la IA y con la apificación de toda la red. Yo siempre pensaba que lo que nos decía al principio era una locura y un proyecto enorme, pero al final, cuando lo íbamos sacando pensaba: «¿Cómo lo vió?«
En este viaje, con su humildad y trabajo, José María nos enseño a trabajar por y para Telefónica. A cuidar a las personas. A que esto no va de ganar o perder sino de hacer mejor la compañía. Y a veces para ser mejor hay que dejar ganar a otros. A que estuviéramos agradecidos de poder vivir parte de la historia de esta empresa. A recordar a los que antes que nosotros trajeron esta compañía hasta nuestros días. A trabajar por dejar una mejor compañía a los siguientes. A no dejar de dar zancadas, que esto no es un sprint, sino una Marathon. A no borrarse de los problemas, sino sentarse, remangarse y ponerse a trabajar en ellos.
Siempre se sintió honrado de tener la suerte y la responsabilidad de ser el presidente de la compañía, y de serlo el año del centenario de Telefónica, que se convirtió en un movimiento de doce meses del que todos, empleados, clientes, personas de la sociedad, pudieran sentirse orgullosos de la compañía. Telefónica es de todos, y quería que así la sintieran todos.
Nos enseñó a que Telefónica es más grande que todos nosotros, a que pensemos en la siguiente generación de directivos que tendrán que cuidar lo que le dejemos los equipos hoy en día. A no tomar decisiones a corto que hagan mal a la empresa a pesar de que vengan bien ahora. A que ese despacho suyo no era suyo, sino de todos, y que él sólo estaba de paso. Allí puso el ordenador Amstrad que yo le regalé. Y de allí se lo llevó ayer.
Podría contar mil historias llenas de detalles de lo buena gente que es este Marathon Man & Drone Pilot, pero si has tenido la suerte de conocerlo, ya lo sabes. Un tipo especial de alma buena. De esos jefes que escuchan, escuchan, escuchan, y aprenden. De esos que saben que no saben todo. De esos que te cambian la opinión, pero que también cambian la suya cuando toca. Que procura tomar las decisiones correctas a pesar de que no sea la mejor para él. En definitiva, un hombre bueno. Esto fue lo que me ayudó a tomar dos decisiones muy concretas en dos momentos de mi vida muy puntales.
El primero en el año 2012, cuando me dijo que quería que entrara a trabajar en Telefónica para hacer la empresa más grande de Ciberseguridad de este país. Eso implicaba vender Informática 64 a Telefónica. Yo me fui a hablar con Rodol y le dije: «¿Qué hacemos, Rodol? ¿Nos vamos, nos quedamos, me voy yo y tú te quedas? ¿Qué quieres que hagamos Rodol?» Él, que lleva toda la vida conmigo y que sabe cómo soy me dijo: «¿Qué tal persona es José María?» Yo dije:»Creo que es un buen hombre, me fío de él». Y Rodol dijo: «Pues vámonos todos a Telefónica». Y así hicimos.
El segundo momento fue en medio de cambios en mi vida personal donde tenía sobre la mesa la posibilidad de irme de Telefónica. Yo no sabía bien qué hacer pues tenía mucho ruido alrededor. Después de dos meses de idas y venidas, me invitó a su despacho: «Chema, yo quiero que te quedes en Telefónica, pero también quiero lo mejor para ti, así que lo que hagas será bueno.» «Gracias,» contesté. «Y ahora, cuéntame qué tenemos que hacer con esto de los ordenadores cuánticos, que no sé bien cómo debemos prepararnos para el futuro cuántico que vendrá«.
Por la noche, quedé a cenar con mis amigos y me preguntaron por la reunión con él: «Pues hemos estado hablando de ordenadores y computación cuántica… ¿te lo puedes creer?«. Mis amigos me preguntaron sobre qué iba a hacer al final, si quería irme o quedarme. Y yo les dije: «Él quiere lo mejor para mí, y hemos estado hablando de ordenadores cuánticos…. Yo creo que me quedo con él que voy a disfrutar más una empresa tan tecnológica como Telefónica.»
Pasarán los años, seguiré haciendo cosas, disfrutaré de lo que me quede de mi carrera profesional, que yo soy de los que no creo que me jubile nunca, pero seguiré viviendo agradecido por los años que pasé con él. Con lo que aprendí de él. Con lo que me enseñó sin dar clases ni lecciones. Con su ejemplo. Sé que nunca podré ser cómo él. Simplemente soy distinto. Me he hecho de otra forma. Pero la manera en la que viva, siempre tendrá un punto «palletista» gracias a las enseñanzas de este Marathon Man & Drone Pilot.
¡Saludos Malignos!
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)
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