Un discurso sobre fallos, fracasos, errores, y mi forja personal
Siempre quise estudiar Ingeniería Informática en la Universidad Politécnica de Madrid. Unos estudios con solera, que desde los años 70 del siglo pasado habían estado dando ingenieros. Estudié para sacar la nota suficiente para entrar en ella, pero con la nota de selectividad no pude entrar. Saqué un 6.4 y estaba lejos de la nota de corte. Pero entré en la Ingeniería Técnica de Informática de Sistemas de la Escuela Universitaria de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid, que fue mi otra opción.
No le eché la culpa a nadie. Ni a la vida. Ni a nadie. No es que la vida estuviera contra mí. No soy tan importante para el mundo como para que hubiera un complot conjurado contra mí para que yo hubiera sacado esa nota. Además, cuando tu madre se había venido desde un internado de monjas en Hellín (Albacete) a trabajar de interna con 12 años a una casa en Madrid no puedes darte el lujo de quejarte por algo así.
Ese verano antes de entrar en la universidad, me puse a trabajar de albañil en una obra. Con 16 años había trabajado de aprendiz de pintor (yo fui uno de los que introdujo el gotelé en este país que comencé a hacer chapuzas los fines de semana con mi padre desde los 12 años).
Con 17 años estuve ayudando de barnizador en un chalé en Guadalix de la sierra. Trabajando de barnizador con la lija te limabas la piel de los dedos y te dolía hasta que te volvía a crecer la piel, pero probablemente el de albañil sea el trabajo más duro que he hecho nunca.
Y con 18 recién cumplidos me toco de albañil, y poner ladrillo tosco con dedos de estudiante no es lo mejor, porque se te acaban clavando las esquirlas en los dedos y hacen heridas. A mí me sangraban muchos días los dedos, y un día, con los dedos ensangrentados decidí que iba a estudiar como si no hubiera un mañana, porque no quería trabajar de eso nunca más en mi vida. Recuerdo que, como no sabía mucho de albañilería, el capataz me decía:
“Chema, la cabeza sólo te sirve para llevar el casco”,
Ese verano también quería sacarme el carné de conducir. Yo cogía la Nissan Vannette sin carné y me iba con ella. No quería gastar mucho dinero en las clases prácticas. La conducía de maravilla e iba confiado. Me saqué el teórico a la primera, y el práctico, con solo 8 clases de conducción… pero en el 4º examen. Y me frustré muchísimo.
Comencé la Ingeniería técnica de Informática de Sistemas, y decidí que para mi futuro no iba a estudiar Seguridad Informática. Estaba hecho un visionario. Al poco tuve que aportar dinero en casa, así que comencé a dar clases particulares de Química, Física, Matemáticas, Contabilidad, o lo que fuera. Daba entre 4 y 6 horas al día de clases. Como ir a la Universidad era una hora y media de transporte público, comencé a ir solo algunos días, y el resto estudiar en una cafetería de Móstoles, donde también daba las clases particulares. Y me ganaba mi dinero.
Los tres años de la Ingeniería Técnica de Sistemas se me hicieron muy largos. Necesitaba trabajar así que cuando acabé el tercer curso, con aún 4 asignaturas cuatrimestrales pendientes y el Trabajo Fin de Carrera sin hacer, me puse a trabajar en una startup de becario sin cobrar para aprender, pero eso sí, de Informático. Y además ponía los cafés y barría el piso de Majadahonda donde estaba la oficina. Estaba aprendiendo, y todo lo que fuera aprender de cómo se ganaba dinero como informático me venía bien. Pero tenía que ganar dinero, así que hice entrevistas a los pocos meses para buscar trabajo.
Recuerdo que fui a entrevistarme a Méndez Álvaro, a las oficinas de Ericsson para ser técnico de redes. Me preguntaron por los tipos de redes que había, esperando que les hablara de las redes TCP/IP de tipo A, B, C, D, E, de los rangos de direcciones, del subneting, el superneting, de los gateways, de los protocolos de borde, del IGP, del EGP, de los protocolos de tablas de enrutamiento dinámico, como el RIP o el OSPF, de cómo se tunela una VPN, de cómo funcionan los hubs, los switches o de cómo funciona el Spanning-Tree Protocol, etcétera. Pero no supe contestar. Y no me cogieron. De hecho, el entrevistador me dijo que no me aceptaba porque no estaba preparado. Fail.
Después de esto, me compré el libro de Douglas E. Commer “Redes Globales con TCP/IP”, y fue mi lectura de cabecera hasta que me lo aprendí entero, para darme cuenta de que sí que sabía mucho de lo que allí me contaba.
Me vino muy bien que me rechazaran.
Era la segunda vez que no conseguía lo que quería en informática, primero la carrera, luego un puesto de trabajo. Conseguí trabajo más adelante en una empresa de informática y estuve dos años de freelance con ellos, haciendo cosas con otras empresas también, mientras acabé mi carrera y aprendía del mundo profesional de la tecnología para las empresas.
Una de las veces, me contrataron para dar un curso de Microsoft Word a un equipo de un ministerio, y después de contarles un montón de cosas. Por la tarde me llamaron para decirme que no fuera al día siguiente. Me echaron por mal profesor. Sabía muchas cosas, pero tuve que aprender por las malas que formar se trata de que los otros aprendan, no de demostrar que tú eres listo. Lo pasé fatal. Y tuve que aprender de cero a dar clases, comerme el fracaso y aprender de él.
Con 24 años, convencí a mi amigo de siempre, de que íbamos a montar Informática 64, nuestra empresa, y buscarnos la vida. No fue fácil. Ni convencerlo, ni arrancar la empresa, ni continuar con ella. No os quiero contar todos los problemas que conlleva montar una empresa desde cero sin conocer nada aún del mundo.
Yo llamaba por las tardes a los números de teléfono de los anuncios de empresas en los periódicos para explicarle quiénes éramos y qué hacíamos con el objetivo de conseguir una reunión. Era el año 1999. Os podéis imaginar la de veces que nos rechazaron. La de veces que me colgaron el teléfono. Pero fuimos consiguiendo una reunión, luego otra, luego un trabajo, luego otro y así comenzamos a hacer de todo. Redes, formación, programas, reparar ordenadores, “You name it!”.
– ¡¡¡Qué duro era esto de ser informático!!!
Ya en el siglo XXI me llegó la oportunidad de dar mi primera conferencia con Microsoft, presentando Office 2001 y Windows XP SP0. Asustado. No os cuento todo lo que pasé esos días porque fueron noches sin dormir y tensión. Pero en mi primera charla, que me había memorizado, la eché del tirón. En seguida. No se enteró nadie de nada.
Me preguntaron y encima le contesté:
“No, no es así, no te has enterado”.
“Escucha y aprende por si no te echan. Escucha y aprende por si no te echan. Escucha y aprende por si no te echan.”.
Yo ya sabía que el mundo no estaba contra mí, y que siempre hay algo que podría haber hecho mejor. Ese día tuve me dijeron el qué, y pude continuar en otro evento dando otra charla, y luego otra, y otra. Os garantizo que durante años, tuve pánico a subirme al escenario a dar una charla. Mi madre me decía:
“Nadie nace sabiendo, hijo. Si otros pueden, tú también”.
Con la empresa funcionando, volví a la Universidad, a terminar mis estudios.
Primero lo intenté en la UCIII pero no me dio la vida de trabajo y no pude ni examinarme. Al año siguiente, lo intenté en la URJC que me pillaba al lado del trabajo, y conseguí hacer los dos cursos para tener la Ingeniería y el PFC en tres años. Y seguí un año más para hacer el Máster. Y luego 4 años más de doctorado. Acabé mis estudios con 38 años. Y vino mi hija mayor, Mi Hacker, a verme. Y vio cómo se me cayó el birrete, algo que aún le hace gracia.
Por el camino me fui a Londres para aprender inglés. Busqué trabajo, ya siendo Most Valuable Professional en Ciberseguridad de Microsoft, pero no me contrataron tras varias entrevistas, así que decidí sacarme el CAP y a mi regreso me fui a mi “instituto” a dar clases de informática en la ESO. Mi plan original de trabajar en Inglaterra cambió, pero sí que di el salto a dar charlas en inglés y me saqué el CAP. Ni tan mal.
Después de dar muchas charlas por todo el mundo, entré en Telefónica como Subcontratado en el año 2012. En 2013 creamos ElevenPaths desde Informática 64 y en 2015 dirigía el negocio de ciberseguridad en la casa.
En aquel entonces el Consejero Delegado me contó una visión de hacer Data-Centric a Telefónica, y no lo entendí. Así que le dieron el puesto del Chief Data Officer en el EXCOM de Telefónica a otro compañero que me pusieron de jefe. Por no poner atención y escuchar suficiente.
Quiso el destino que a los meses se quisiera ir y Telefónica me diera la oportunidad de ser yo el CDO. Llevaba 4 años en Telefónica en aquel momento. Nunca, a pesar de lo que digan los medios, fui un “fichaje estrella”, sino más bien un “canterano”.
En todo este camino donde he fracasado y me he equivocado una y otra vez, lo que siempre me ayudó es pensar dónde quería estar, saber que yo podía hacer más por lograrlo y no lamentarme por donde estaba. Es una de las cosas que les digo a mis hijas cuando fracasan en algo y dicen que lo han hecho todo bien:
“Cuéntale mentiras a todo el mundo que quieras, pero no seas tan necia de contártelas a ti misma.”
Me ayudó saber que podía hacer más, porque mi madre me decía una y otra vez que “si otros pueden, tú también hijo”. Que podía hacerlo mejor. Y aprender de cada traba.
La gente te puede dar consejos, pero sólo tú puedes decidir. Y también puedes decidir que sólo cuando tú dejas de buscar soluciones e intentarlo es cuando se acabó. Somos responsables de nuestros fracasos, como lo somos de nuestros éxitos. Y para mí, no hay mayor éxito que el viaje. No el destino.
Os garantizo que cambiaría todo por volver a estar donde estáis vosotros y hacer como mi hija pequeña, a la que llamo Mi Suvivor, me dice en la feria:
“Otro viaje, papaete”. Disfrutad vuestro viaje.
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