Hoy tengo 0x31 años recién cumplidos
Decir que se tiene 0x31 años suena casi mejor que decir la edad en el clásico formato decimal que tan mal se adapta en las máquinas de lógica binaria, así que por qué no usar nuestro hex para el día a día o nuestro año a año. Hoy es el día en el que – aquel lejano año en que nació también Microsoft – estaba yo viniendo al mundo yo. La micro-informática y yo estábamos naciendo al mismo tiempo, e iba a ver crecer la industria de la tecnología de consumo de lleno. Así que no me puedo quejar. Llegué en una época curiosa de la historia para crecer y aprender a vivir en una ciudad dormitorio de Madrid llamada Móstoles, que para nosotros se convirtió en Bronxtolex.
Hoy con 0x31 años sigo botando muy cerca de donde nací. Y es que pude dar muchas vueltas al mundo para vivir a unos kilómetros de donde tomé mi primer desayuno, donde leí mi primer cómic o donde me rompí mi primer hueso. He viajado mucho, he estudiado mucho, he trabajado mucho, para seguir siendo más o menos el que era cuando era un niño. Sí, mucho más fuerte, con muchos más certificados de estudios, experiencia laboral, experiencia de vida, y esas cosas, pero más o menos el mismo de aquel entonces.
Sigo queriendo las mismas cosas. Sigo leyendo cómics. Y metiéndolos en bolsitas para protegerlos. Sigo ordenando mis libros. Sigo queriendo salir a jugar con mis amigos. Sigo disfrutando de los ordenadores. Sigo teniendo planes y sueños que cumplir. Que tienen que ver más con personas y realización personal en el disfrute del camino que con lograr cosas o llegar a ningún sitio. Irme a conducir por el desierto del Sahara o navegar por el Mediterráneo.
Cada día me tomo menos en serio, y mido la importancia de las cosas de otra manera. Diferencio mucho entre las que tienen realmente importancia y las que no. «Que sea esto lo peor que me pase» se ha convertido en una medicina balsámica para que me enfade menos, para que le dé menos importancia a las cosas que me hacen, o para que me preocupe mucho menos por cosas que no son tan importantes. ¿Podría vivir sin eso? ¿Me merece la pena comenzar una guerra por eso? ¿Debo gastar mi energía en estar enfado o en estar alegre? Me importan más otras cosas. Me importan más las personas que las cosas. Por mucho que adore a mis cómics.
Además, con esta edad en la que Mi Hacker y Mi Survivor ya me enseñan a mí ellas más que yo a ellas, prefiero aprender a enseñar. No quiero dar consejos dogmáticos. No quiero enseñar a mis hijas a usar las herramientas de vida que tuve que usar yo en mi tiempo. Quiero que me enseñen ellas a mí. Que me lleven de concierto a ver a sus grupos. Quiero salir a cenar y reírme. Quiero que me lleven a correr por el monte y sacar la lengua fuera. O a irme a cenar y que acabemos cantando. Quiero leerme un nuevo paper de tecnología y entenderlo. Y disfrutarlo. Y comentarlo con los amigos. O hacer un hack o una PoC para ver si hacemos algo nuevo y divertido.
Sigo queriendo matar al ego, que comencé hace casi dos años con ese proceso de forma consciente. Con aceptar perder cuando no es importante. Con no pelear con los que buscan pelea por el placer de pelear. Por saber que no soy nadie importante. Que solo soy un chico de Móstoles que se ha buscado las mañas para poder vivir su vida. Sin pretensiones de querer nada más. Sin ser importante ni querer serlo. Que busca rodearse de buena gente. De personas que dan abrazos porque saben que los abrazos son más valiosos que el oro.
Así que cumplir años es algo que tengo aceptado desde hace tiempo, y que además disfruto. Es un momento de celebrar. De mirar hacia atrás los días del año y celebrar lo vivido. De mirar adelante los días, y pensar en qué los voy a invertir. En qué cosas voy a hacer divertidas el año que viene. En qué cómics me voy a leer, que libros voy a disfrutar, que proyectos voy a hacer o qué lugares tocará visitar. Abierto al cambio y a lo que toque. Sé que tendré que adaptarme, y sé que me adaptaré. Vivo sin miedo al cambio desde hace muchos años.
Al final, quiero sentirme dueño de mi tiempo. De mi destino. De qué será mi vida. Y para ello debo reducir el número de cosas que necesito, que si sufro porque «creo» que necesito más cosas para ser feliz, entonces no disfruto de lo que tengo. Y eso sí que sería un error. Así que me tiro por la montaña con la tabla de snowboard y voy mirando cada curva, disfrutándola. Aceptando que me puedo caer, pero sin pensar en la curva anterior en la que me caí. O no. En la que pasé bien. Da igual. Si quiero disfrutar esta curva del destino, si quiero disfrutar de estos 0x31 que tengo ahora debo mirar sólo a esta curva de mi vida. Tomar buenas decisiones para disfrutar la montaña. No quiero sufrir en el descenso. Se trata de hacer el descenso para tener alegría.
Y cuando haces ese descenso, tienes que tomártelo como lo que es. Una aventura, que al final es una «empresa de resultado incierto«. No quiero que mi vida sea «nació, no le pasó nada y murió«. Así que, me meteré en curvas complicadas, en zonas de la pista con poca visibilidad, incluso peligrosas, con más pendiente, con nieve dura, con capas de hielo, o con nieve polvo virgen que oculta rocas. Seguro. Pero es que la vida es más Free-Ride que hacer una bajada por una pista verde. Yo me pongo el casco – que no quiero abrirme otra vez la cabeza – y me tiraré por ella.
Aprovecho ese post obligatorio que escribo para todos los que lleváis años sin faltar a la cita de mi blog, para daros las gracias por las veces que nos hemos cruzado en la pista. Por la de curvas que hemos librado juntos, incluso por los saltos que hemos dado en la pista. A agradeceros cuando me habéis visto caído deslomado en el suelo y me habéis tendido un guante con una sonrisa. A los amigos que me habéis dado caña y me habéis arreglado la bici. Y sí, incluso llegan a regañarme por cosas que no he hecho, dicho, o tan siquiera pensado.
A los que me sacáis de la cama a las 6:00 para ir a sufrir con las zapatillas. A los que venís cuando llamo para tomar cervezas. A los que trabajáis conmigo en proyectos e ideas de lo más descabelladas. A los que sois capaces de meterme en un avión para visitaros. O sacar un rato en mi agenda para tomar café. A los que venís a sentaros en los eventos para verme cantar. Aunque ya os lo sepáis. Y me aplaudís como si lo hubiera hecho bien. Hacéis que mi viaje tenga banda sonora, y que sea emotiva.
Así que, desde hoy mismo, queda inaugurada la pista 0x31 por la que toca tirarse en free-ride para ver qué de baches trae la ladera de esta montaña. Ojalá nos veamos en alguna curva, me des un abrazo, o nos miremos a los ojos y nos emocionemos de la alegría de volver a vernos otra vez.
¡Saludos Malignos!
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)
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