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El que lleva el joystick

Me he topado a lo largo de la mi vida con gente de toda índole que no conozco y no me conoce que se ha empeñado en darme sus consejos sobre lo que debo cambiar en mí, o lo que debería hacer con mi vida, siguiendo sus dogmas de “lo que debe ser”. Eso es algo que sólo lo pueden hacer mis amigos o a los que yo explícitamente pido consejo. Porque si no, me van a dar consejos como si sus objetivos de vida fueran los míos, que es lo que me sucede tan a menudo. Este artículo está motivado por uno de esos que me quieren decir lo que tengo que hacer o no hacer. Os dejo mis reflexiones al respecto, por si tú también tienes gente así cerca.

Figura 1: El que lleva el joystick

Yo soy de la idea de que una persona, por el hecho de venir a esta vida, no debería ser cargado de responsabilidades más allá de disfrutar su vida. Sin embargo, vivimos en una sociedad que exige muchas cosas para poder cubrir las necesidades básicas, y un modelo en el que hacer lo que uno quiere para disfrutar tiene costes. Así de complejo es el escenario.
Y sobre ese tablero de juego, debemos jugar. Podría ser otro tablero, pero es ese el que hay, y aunque podamos hacer cambios en él, la realidad es que en el tiempo de una vida no se producen todos los cambios que nos hubieran gustado. Así que, vienes al mundo, y te tocan unas cartas. Tu familia, tu país, tu estado, tus amigos, tu herencia cultural, ideológica, económica y genética.

Eres lo que eres cuando vienes a este mundo, y de ahí comienza el juego.

Podrías haber sido otra cosa. Podría haberte tocado otra cosa. Pero todo el tiempo que pierdas en darte cuenta de qué y quién eres por nacimiento, es tiempo que has perdido en comenzar a invertir ese tiempo en hacer lo necesario para poder disfrutar tu vida. No sirve de nada frustrarse en pensar en que podría haber sido diferente tu jugada de saque. Es lo que es y listo. Gordo, flaco, alto, listo, rico, pobre, débil, fuerte, tonto, guapo, feo, amigable, taciturno, tristón, cojo, miope, con propensión a la calvicie, o con voz de pito. Eres tú.

Y ahí te toca sentarte frente al tablero. Mirar el escenario. Intentar entender cómo se mueve ese complejo tablero. Por donde se puede caminar, correr, o escalar. Predecir los movimientos de las cosas con filo para no cortarte mucho. Mirar hacia arriba para que no caiga un rayo desde el cielo. Evitar el fuego, el frío y las alturas peligrosas. Pisar con cuidado para no caer en un agujero infinito. Conocer el mapa para ver cómo te puedes mover por ese tablero de juego ene dimensional con la mejor de las suertes posibles.

Y el tablero es el que es. Es el que es. Con niveles. Pero es el que es.

Pero mucho más complejo aún de lo que piensas, porque hagas lo que hagas o no hagas el tablero se mueve, y no siempre hacia donde tú quieres. A veces va a evolucionar, como lo vas a hacer tú, hacia lugares que no son los que te gustaría. Te vas a topar con gente moviéndose por él que complicarán, dificultarán o simplemente modificarán tus pasos y tus planes. Es lo que hay.

Hay que moverse con cuidado y precisión. Tu controlas el joystick.

Así que uno viene aquí, con una serie de necesidades que hay que cubrir, en un tablero complejo y cambiante, y en él hay que conseguir el fin último, que para mí es disfrutar la vida, para abandonar este tablero sabiendo que ya has tenido bastante del juego éste, que ha sido divertido, y que para ti ha tenido sentido.

Qué complejo todo, ¿verdad?

Pues aún hay más, si lo que te piden es que en lugar de disfrutar tu vida, tengas que vivir con las reglas de otro, y lo aceptas, la cosa es más dura aún. Con reglas para llegar a otro lugar en la vida después de esta vida, o porque hay que tener éxito profesional, o porque hay que tener un propósito, o porque hay que cumplir las expectativas que ciertos dogmas de la vida dictan para lo que se conoce cómo éxito, Y eso incluye ligar, conquistar, amar, consumir, experimentar, tener, poder, hacer, llegar, lograr, demostrar, brillar, etc… verbos todos que nos dicen hacia dónde invertir nuestro tiempo y movimientos de juego según los objetivos de éste.

Para llegar a sitios a los que a lo mejor tú no quieres llegar. Para lograr cosas que para disfrutar tu vida no necesitas. Jugar por las reglas de otros para alcanzar los objetivos de alguien o algo que se han escrito como el que pone las reglas en un juego de mesa. Hay que conseguir más puntos en cada baza, o tener más logros al final de la partida.

Y te pones a jugar, como si de verdad los objetivos del juego fueran tuyos.

Así que, nos dan unas cartas, nos ponen en un tablero que se mueve, y nos caen unos objetivos que cumplir, esperando que al cumplir esos objetivos hayas logrado que tu partida haya tenido sentido. Y el truco es que lo que pueda tener sentido y sea éxito para los demás, a lo mejor no lo es para ti.

Y yo, como tú, juego, porque no hay otra.

 

Pero la clave para mí es que no me olvide de que el fin último no es lograr más dopamina alcanzando los objetivos del juego uno a uno, sino lo que realmente yo quiero, que es disfrutar mi vida. Así que desde hace años intento responder a esa pregunta, tan compleja, de qué me hace disfrutar de verdad. Y que hay tantas respuestas como personas.

Por supuesto, para poder disfrutar esa vida tengo que hacer compromisos, “misiones”, y lograr otros objetivos que me habilitan para poder luego cumplir mis propias metas. Y no se me olvida para nada, que el fin debe ser disfrutar y vivir mi vida. Y eso implica muchas cosas. Me llenan muchas cosas que me ponen a mí en segundo y tercer lugar, porque me hace sentir bien que a otros les vaya bien, o porque lo importante no suele tener nada que ver con lo urgente, lo caro, lo grande, lo deseable por otros; porque el mayor disfrute para una persona suele ser algo muy pequeño, inútil para otros, o invisible para los demás.

Así que, con esta dirección de vida en mente, con tus cartas, te mueves por un tablero que va cambiando, en un caos entrópico constante, logrando objetivos del juego que te permiten luego conseguir tus propias metas de vida. Y eso hace que el recurso del tiempo se vuelva escaso, que los caminos no sean lineales, que el esfuerzo y la fuerza de voluntad sea una necesidad maxima, y que tengas que hacer mucha reflexión  en cada instante para no equivocarte.

Por eso, cuando hay que dar consejos a los demás, procuro darlos con cuidado. Sin decirle a nadie lo que tiene que hacer o no hacer en la vida, más allá de que esté alineado con su deseo de vivir la vida. Gastar el tiempo, dormir hasta las doce, leer cómics, salir a hacer deporte, caminar por el monte, pasar el día dibujando con tus hijos, invertir todo tu tiempo libre en arreglar una moto, o hacer una maqueta, o crear un programa, o emprender y crear una empresa, o estudiar lo que te gusta, o resolver sudoku, o trabajar en los proyectos que te gustan. Todo vale, si está dentro de un plan en el que estás viviendo tu vida llevando tú el joystick.

Y nunca, nunca, nunca, nunca, tener presión por ser lo que deberías ser, por vestir como deberías vestir, por alcanzar las metas que te digan que deberías alcanzar, por lograr cosas que no quieres lograr, o por hacer absolutamente nada que no esté dentro de el gan plan de disfrutar tu vida. Eso sí, cada decisión que tomes es tuya, y cada consecuencia que tu decisión genere es tuya, te la comes tú, y la próxima vez la tomas mejor si no te ha gustado la consecuencia, o la tomas igual si te ha ido bien, que de lo que se trata de que entiendas es que es tu partida, que es tu juego, que el muñeco lo mueves tú. Tú eres el que lleva el joystick.

¡Saludos Malignos!
Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)  

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Gustavo Genez

Informático de corazón y apasionado por la tecnología. La misión de este blog es llegar a los usuarios y profesionales con información y trucos acerca de la Seguridad Informática.