Coronavirus: los españoles no se fían de las apps de seguimiento
Que el principal problema al que se enfrenta nuestra sociedad actualmente es el coronavirus es algo que, a estas alturas, nadie puede ya negar. Y es que el problema no es ya el patógeno en sí, y sus peligrosas consecuencias exclusivamente en el ámbito de la salud. Es que la necesaria respuesta ante la pandemia tiene, ya está teniendo, otras muchas consecuencias que, sin ser equiparables a las pérdidas humanas, también suponen una plétora de problemas que, incluso a estas alturas, todavía no está totalmente claro cómo afrontar.
Así, administraciones públicas y organizaciones de todo tipo trabajan, día a día, intentando adaptar la respuesta a cada nueva noticia relacionada con el coronavirus, y que puede hacer que todas las estrategias trazadas hasta el momento puedan quedarse desfasadas en base al nuevo conocimiento adquirido. Personalmente no diré que unos y otros lo están haciendo bien o mal, lo único que puedo decir, egoístamente, es que me alegro de no estar en su pellejo.
Una de las respuestas ante el coronavirus, surgida de la colaboración entre administraciones públicas y empresas tecnológicas, son las apps de seguimiento, una solución empleada por países como Corea del Sur y que ha servido en ese país para ejercer un férreo control sobre la difusión del patógeno, reduciendo su incidencia de una manera realmente destacable. A este respecto, y sin entrar (de momento) en otras consideraciones, sin duda se trata de un modelo exitoso, a la vista de los números.
A la vista de dicho éxito, muchos gobiernos de todo el mundo han intentado reproducir esa estrategia, adaptándola eso sí al marco legal de cada estado. Y es que, y esta es una de las primeras consideraciones a tener en cuenta, la idiosincrasia legal de Corea del Sur dista en bastantes puntos del modelo al que estamos acostumbrados en occidente. Seúl puede adoptar medidas, como la obligatoriedad de usar la app de seguimiento, que aquí tienen un encaje legal particularmente difícil.
El esfuerzo, y esto es indiscutible, ha sido considerable. Desgraciadamente también lo han sido los problemas que han surgido por el camino, con ejemplos como los de las apps de segumiento del coronavirus de Países Bajos, las de Australia y Reino Unido o las falsas apps de seguimiento son solo un ejemplo de los problemas a los que se enfrentan tanto administraciones públicas y empresas tecnológicas como, por supuesto, para la ciudadanía que, con toda la lógica del mundo, recela ante tantos pasos en falso.
A eso se suman, claro, otros dos factores importantes. El primero es la importancia que nuestro modelo de sociedad concede a la privacidad. Somos conscientes del valor de la misma y, con el paso del tiempo, la defendemos cada día más y mejor. Y el segundo es que esta crisis también se ha empleado como elemento de confrontación política, con grupos llamando al desacato de las medidas marcadas por las administraciones públicas, un movimiento que ha sido secundado por parte de la ciudadanía.
En medio de este caos alrededor del coronavirus, Panda Security ha querido tomarle la temperatura a la sociedad española, realizando una encuesta para averiguar su opinión con respecto a una hipotética aplicación móvil que monitorizase la evolución del coronavirus entre los ciudadanos de España. Para el estudio se ha entrevistado a 1.500 personas y, en resumen, la principal conclusión es que la sociedad desconfía sobre el uso que daría el Gobierno a una solución tecnológica para controlar la evolución del coronavirus.
El principal resquemor viene dado por el uso que darían las administraciones públicas a la información obtenida mediante la app de seguimiento del coronavirus. Hasta un 35% de los encuestados piensan que se produciría un uso ilegítimo de los datos obtenidos, frente a solo un 19% que considera que los datos solo serían empleados para luchar contra la enfermedad. Como consecuencia, uno de cada tres españoles jamás se instalaría una aplicación de este estilo en su móvil. Y alrededor del 50% esperarían a que antes lo hicieran otras personas.
Peor aún es la valoración que hace la ciudadanía sobre las soluciones tecnológicas al servicio de la lucha contra el coronavirus. Tan solo un 10% de las personas encuestadas considera que una app para monitorizar la evolución del coronavirus y sus síntomas en la población es una solución óptima, frente a casi el 50% que cree que la mejor solución son los test masivos. Algo que, en realidad, resulta poco o nada útil a la hora de identificar los contactos que ha tenido una persona con otras, si se detecta que ha sido contagiado.
De ahí se entiende, claro, que alrededor de la tercera parte de las personas encuestadas no tengan claro cuál es la mejor solución para limitar la difusión del patógeno. Sí que señalan a que la solución debe venir dada por una suma de soluciones tecnológicas y medidas de carácter biológico. Y, personalmente comparto esa opinión. Los test son imprescindibles, al igual que lo son las cuarentenas, los controles de seguridad, etcétera, pero la integración de soluciones tecnológicas es un elemento clave para maximizar el seguimiento del coronavirus.
“El problema de confianza de la sociedad reside en que la gran mayoría de las aplicaciones que se han generado durante estos meses para monitorizar la evolución del coronavirus vulnera gravemente el derecho a la protección de la información privada de millones de personas. Es cierto que estas herramientas tratan datos desestructurados, pero si se sabes observar el ‘Big Data’, es relativamente fácil monitorizar la vida de una persona o de un conjunto de ellas”, advierte Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.
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